Preguntas frecuentes

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Como dentista recomiendo a los padres a no esperar hasta que se presente un problema en la salud o formacion dental de sus hijos. Es de suma importancia llevar a su hij@ desde los 8 meses de edad, aunque no se hayan mostrado los dientes de leche de esa forma podremos ver la formacion dental y anticiparnos a un tratamiento preventivo en caso de necesitarse.

Con una correcta higiene dental diaria, poniendo incapie en el cepillado nocturno cepillandose de 3 a 5 minutos, lo que tarda una cancion,  insistiendo en el uso del hilo dental y/o los cepillos interdentales. Y limitando la ingesta de dulces y refrescos, con una dieta equilibrada.  

No existe una edad ideal y en la mayoría de los casos puede hacerse a cualquier edad. Es el ortodoncista el que decide cuando es el momento mas apropiado. Las revisiones deben iniciarse cada 6 meses o por lo menos 1 vez al año despues de los 2 años de edad, ya que los signos se pueden diagnósticar de manera precoz. Si hay creciemiento y el problema es estructural, la edad idónea es entre los 6 a los 11 años. Si el problema es dentario una vez que se haya hecho el recambio dentario definitivo. 

Hay tres clases de maloclusiones:

Clase I: El maxilar y la mandíbula están en una correcta posición.

Clase II: El maxilar superior está desplazado hacia delante, con los dientes muy adelantados.

Clase III: La mandíbula ha superado en crecimiento al maxilar superior y provoca una mordida cruzada, o invertida.

 En una oclusión ideal, los diente superiores tapan ligeramente a los inferiores, de forma que los dientes inferiores contactan con la superficie posterior de los dientes superiores. Si los dientes superiores cubren excesivamente los inferiores nos encontramos ante una “Sobremordida”, o mordida profunda. 

Se da cuando el maxilar superior y el inferior no se corresponden, de manera que algunos dientes o muelas inferiores solapan a los superiores cuando se cierra la boca. La mordida cruzada puede ser anterior, posterior, unilateral o bilateral. 

Una maloclusión no sólo afecta al aspecto de tu boca. También puede dificultar los movimientos de la boca al hablar, al tragar, al masticar, y puede ser la causa de desgastes innecesarios de tus dientes y muelas. Dificultar la higiene dental y por tanto puede ser causa de caries, enfermedades de las encías y mal aliento.